jueves, 25 de abril de 2013
LEVÁNTATE Y ANDA
¡LEVÁNTATE Y ANDA!
Existe un movimiento que no es la
lentitud, es la inacción y es el más peligroso.
Siempre ha habido entre nosotros individuos que hacen, otros
que miran y algunos que ni eso. Ahora en pleno siglo XXI -pues ya hemos tenido
diez años para adaptarnos al nuevo siglo- aparece un boom literario con el
título ¡Indignaos!; un artista, OBEY[1][1], nos ha estado advirtiendo con más de un millón de carteles
con la palabra, ¡OBEDECE! y un colectivo artístico, El Perro[2][2], anunciaba desde una marquesina publicitaria en el centro
de Madrid ¡CONSUME!
Los artistas e intelectuales contemporáneos están
preocupados en recordarnos que estamos entretenidos y, por tanto, excluidos.
Quieren despertarnos porque nos ven desinformados, divididos, dóciles y porque
todo eso nos convierte en presas fáciles.
En los sesenta, los Situacionistas[3][3] ya decían no querer saber nada de un mundo en el que la
garantía de no morirse de hambre se paga con el riesgo de morir de aburrimiento.
Ahora mientras nos mantienen saturados de información, de memoria, de opinión
–hasta hacernos creer que esto tiene algo que ver con el conocimiento-, nos
arrebatan la esperanza y olvidamos que esta no es más que una alteración de lo
probable. Incluso a pesar de que la verdad sólo sea un acuerdo que caduca.
Es muy probable que tuviesen razón, que estemos invadidos
por la anomia. Pero aún hay alguno distraído como un niño en clase que mira por
la ventana y nunca un niño aprende tanto como cuando se emplea en esta labor,
al poner la atención en otro lugar, un lugar elegido, pues pone todo su empeño
y ese pequeño gesto se constituye como rebelión o arte.
Estos artistas e intelectuales ya no intentan alterar el
silencio o llenar los espacios con sus ideas, con sus obras, o al menos no
todos. La Internacional Situacionista se constituye como el antecedente natural
de este nuevo paradigma, no querían llenar un objeto de contenido ni construir
uno nuevo, querían crear situaciones y que éstas nos cambiaran, al menos
durante su transcurso. Publicaron una revista (doce números) y en ella
participaron personajes como Guy Debord[4][4], nada menos. Esta presencia situacionista que ha sido
constante como rebelión de baja intensidad, la podemos reclamar como
explicación, puesto que el paradigma se repite.
Los herederos son numerosos, pero hay un colectivo que llama
poderosamente la atención, Voina[5][5].
En este colectivo ruso no hay autor, la autoría queda
diluida, igual que ocurría en el colectivo madrileño El Perro y la acción no se
circunscribe al espacio del arte, la acción es real, porque lo real también ha
cambiado de manos.
Ahora el arte ha decidido no representar lo real, tampoco
describirlo o narrarlo, ahora lo real es otra cosa. En una de sus acciones
volcaban coches de policía con agentes dentro, en otra pintan un enorme pene de
más de cincuenta metros en un puente levadizo que se mantenía erecto ante las
oficinas de la KGB. Parte del colectivo ha sido arrestado por las fuerzas de
élite en una acción sorpresa y la respuesta ha sido que Bansky[6][6] ha pagado sus fianzas.
La defensa en el juicio presentó a un catedrático experto en
sociología y arte contemporáneo que impartió una lección magistral de arte
contemporáneo a la sala.
De este modo aprovechan el status diferenciado del arte a
nivel legal o social. Presentar esta defensa constituye un acto artístico más,
pues se utiliza como renovación del arte, la reinterpretación ha sido una de
las características de las vanguardias en el siglo XX. Y para colmo, el status
de artista, que había gozado de cierto prestigio o aura heredada del
romanticismo, también ha cambiado, ahora es peligroso: dos de los detenidos han
muerto en prisión.
El arte habitualmente ha gustado de arrojar luz sobre lo
desconocido y proponer nuevas miradas, ahora también arroja luz sobre lo
abyecto del poder para incitar al movimiento. Lo real (no su presentación o
representación o autor) es la acción, una acción inmediata, bella y que ilumina
el momento que tantos nos quieren oscurecer.
Dentro de estas acciones, el acto más dadaísta de todos ha
sido, sin duda, el de Wikileaks[7][7]. Un acto de desplazamiento de la información, una acción
heredera de Marcel Duchamp[8][8], donde la estrategia se constituye como simple
desplazamiento de un concepto (de la oscuridad a la visibilidad).
Lo visible es la metáfora de lo real y la palabra lleva lo
visible a lo legible, poner palabras es un resultado de este nuevo paradigma.
La palabra adquiere un nuevo uso ante nuevas situaciones y cuando las palabras
mudan su significado, ¡atención!, lo real se impone a la inacción.
La norma ha cambiado otra vez para poder permanecer. Lo que
más sorprende es, quizás, que en el momento en el que pensábamos que lo virtual
nos ganaba la batalla, esta nueva negociación con lo real se nos impone como
propuesta, como salida a nuestro letargo. Con respecto al mundo virtual existe
otro lugar común: compartir objetivos. Voina tiene más de doscientos
integrantes, no hay líder, ni siquiera se sabe quien es o no del colectivo, no
tienen contacto entre sí, ¡usted podría ser uno de ellos!
Desde el arte ya no se proponen imágenes de un mundo con la
intención de sustituirlo o relatarlo o representarlo, ahora lo quieren
despertar con el susurro a voz en grito de la frase postestética: ¡levántate y
anda! Como una traducción que finge ser
transcripción, más claro imposible.
Robert Bresson[9][9] decía: haz aparecer lo que sin ti no
se vería jamás.
javier lozano, 2011
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